La importancia de las vacunas en los primeros meses de vida
Durante la primera infancia, especialmente en el primer año de vida, los bebés reciben vacunas con mucha frecuencia. Esto no es casualidad: en esta etapa están en contacto con muchas personas y aún no tienen un sistema inmunológico del todo maduro. Las vacunas, entonces, cumplen un rol clave: ayudan a que el cuerpo genere defensas y esté preparado para responder frente a virus y bacterias.
El calendario nacional de vacunación incluye una serie de vacunas obligatorias que deben colocarse en momentos específicos. Este esquema busca proteger de enfermedades que pueden ser graves o incluso letales. Cada dosis es una herramienta de prevención, y seguirlo correctamente es una de las formas más efectivas de cuidar a los más chicos.
Cuando se coloca una vacuna, es esperable que el cuerpo reaccione. Es importante saber qué puede pasar para no alarmarse innecesariamente. En general, puede haber dolor en la zona de aplicación, enrojecimiento, hinchazón o una pequeña bolita que se sienta caliente o, a veces, más fría al tacto. También puede presentarse fiebre o un llanto persistente durante las primeras 24 o 48 horas.
Estos efectos suelen ser pasajeros y forman parte del proceso de activación del sistema inmunológico. Saberlo de antemano ayuda a transitar este momento con tranquilidad y a acompañar mejor al bebé.
“Es preferible un pinchazo a tiempo que después se contraiga una enfermedad que en la mayoría de los casos suele ser letal”, explica la Dra. Gabriela Inés Argibay, pediatra.
Si estás atravesando el dilema de vacunar o no a tu hijo, es fundamental que hables con tu pediatra de confianza. Esa persona, que conoce a tu bebé y tu historia familiar, podrá explicarte por qué las vacunas son necesarias, cómo funcionan y qué efectos podés esperar. Informarse con fuentes confiables es clave para tomar decisiones conscientes y cuidadosas.
Las vacunas no solo protegen a quien las recibe, sino también a las personas que lo rodean. Son una forma concreta de demostrar amor y cuidado: porque un bebé vacunado está mejor preparado para enfrentar enfermedades, y porque también se cuida a los demás al evitar la circulación de virus peligrosos.
Conclusión
Vacunar es una decisión que salva vidas. Seguir el calendario nacional, comprender qué efectos esperar y confiar en el acompañamiento del pediatra puede marcar una gran diferencia. Si realmente querés a tu niño, vacunalo. Es una forma de cuidarlo a él, y también de cuidar a todos los niños y niñas que lo rodean.