Los golpes en la cabeza son, por lejos, uno de los motivos de consulta más frecuentes que reciben los pediatras. Aunque la mayoría de las veces el traumatismo craneal es leve, existen ciertas situaciones en las que es importante estar atentos y consultar a un profesional de la salud.
En primer lugar, se debe considerar la altura de la caída. Si el niño se cayó desde una altura mayor a la de su propia estatura, el golpe merece mayor atención. Otro punto de alarma es el golpe en la nuca, ya que puede tener consecuencias más delicadas. También es fundamental observar si hubo pérdida de conocimiento inmediata después del golpe, ya que este es un signo que no debe pasarse por alto.
La mayoría de los golpes ocurren por caídas de la cama o de superficies bajas. En estos casos, generalmente el traumatismo es leve, y lo más importante es la observación. Durante las primeras 6 horas posteriores al golpe, los adultos deben estar atentos a la aparición de síntomas de alarma:
- – Que el niño se muestre excesivamente irritable y no pueda ser consolado.
- – Que presente vómitos.
- – Que comience a comportarse de manera diferente a lo habitual.
No es necesario mantener al niño despierto después de un golpe leve, pero sí es clave vigilarlo y responder de inmediato si aparecen signos preocupantes.
Es importante también tener presente que las caídas forman parte del desarrollo infantil. Los niños exploran, se mueven y, en ese proceso, los golpes son inevitables. Lo fundamental es que los adultos sepan distinguir cuándo un golpe puede ser peligroso y cuándo basta con aplicar hielo en el chichón, dar contención y mucho amor.
Conclusión
Los golpes en la cabeza en la infancia son comunes y, la mayoría de las veces, no revisten gravedad. Sin embargo, reconocer las pautas de alarma es clave para actuar con seguridad y prevenir complicaciones.
Con información clara, observación atenta y la calma necesaria, madres y padres pueden acompañar a sus hijos en estas situaciones cotidianas, recordando que crecer también implica caídas… y que el mejor remedio casi siempre será el hielo y el cariño.